jueves, 16 de mayo de 2013

Ejercicio literario



Escribe un texto narrativo con las siguientes palabras en el consiguiente orden:

1º-Rebelde
2º-Anciano
3º-Emocionar
4º-Torre
5º-Sucio
6º-Abrir
7º-Carlos (última palabra)





Aquella mañana me desperté rebelde. Año tras año había tenido que soportar esa espantosa humillación. Él había conseguido que me avergonzase cada día de la persona que veía en el espejo y ya era suficiente: no sólo debía plantarle cara, sino que iba a acabar con él. Entonces llegué. Habíamos quedado en las ruinas del castillo que estaba a las afueras del pueblo, para que fuese algo más íntimo. Ahí estaba, tal y como habíamos acordado. Lo único que no había previsto fueron todas esas personas que fueron a presenciar aquel evento: compañeros, niños, padres e incluso ancianos. Todos decían que sería incapaz de hacerlo pero tanta represión acumulada actuaba como tapón para mis oídos ante sus desesperanzadores abucheos.
Comenzó la pelea. Mente estaba decidida, pero mis piernas no respondían. Avancé titubeante hacia él. Él en cambio se acercó directamente, sin miedo. En aquel momento me armé de valor y le propiné el primer golpe. Los espectadores gritaban emocionados, ayudando a mis piernas a dejar de temblar. Él no tardó en reaccionar y devolvió un golpe del mismo calibre que consiguió tirarme al suelo. Entonces aprovechó mis bajas defensas para darme un estacazo tras otro que apenas pude devolverle. Lo vi claro: esa sería mi última batalla. No podía permitirlo así que tuve que mandar refuerzos que consiguieron rodearle. No podía creerlo, le había asustado. El muy cobarde se resguardó detrás de aquella torre. Todo tal y como yo lo había soñado: me preparé para darle la última sacudida que lo dejara K.O. El público estaba expectante. De repente se le ocurrió también mandar a su mejor refuerzo: su chica. Eso es jugar sucio-pensé, pues nadie habría previsto nunca aquello. La mujer empezó a atacar a cada uno de mis hombres, que iban cayendo como moscas. Sólo quedaba uno ejecutarlo cuando la sorprendí por la retaguardia. Jamás se me habría ocurrido herir a una mujer, pero había perdido a muchos de los míos y no iba a permitir que acabara conmigo, así que avancé en diagonal hacia ella y la liquidé. Craso error: él estaba terriblemente furioso y lleno de adrenalina se abalanzó violentamente sobre mí. Cuando abrí los ojos me di cuenta de que él se había crecido. No iba a permitirlo, no había aguantado tanto para caer en ese momento. Entonces me acordé de que aún me quedaba un as en la manga: usé mi mejor arma y acabé con él.
- Jaque Mate. Has ganado, Carlos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario